Renueva o muere. Esa es la conclusión que yo saqué ayer de la Jornada organizada por la Secretaria Xeral para o  Deporte con la Escola Galega de Admón. Publica en la que participamos deportistas, presidentes y directivos de clubes y federaciones (no todas) y representantes de la administración pública.

Si bien esa fue la conclusión más trascendente, también saqué un par de ellas más que, a pesar de ser algo secundarias, no dejan de ser también interesantes:

– Los clubes siguen centrados en el voluntarismo «con contraprestación».

– La inspección de trabajo entra a degüello en las entidades deportivas (generalmente por denuncia previa).

– La administración deportiva no ataja a solucionar un problema que, directamente acabará con el deporte de base y se arreglaría facilmente con aportación de «cash».

Centrando el problema. Está claro que el mundo del asociacionismo deportivo actual no es el que era en los años 60, 70, 80 y si me apuráis también en la década de los 90. El profesionalismo del deporte ha evolucionado hasta tal punto que los clubes deportivos se han visto desbordados por una normativa (por otra parte asentada desde hace años) amplia y pensada para organizaciones con ánimo de lucro, y que sólo les proporciona quebraderos de cabeza.

El ejemplo claro y que ayer salió repetido en multitud de ocasiones es el siguiente: monitor que ejercen labores de entrenador/conductor de actividades/ responsable de niños/ etc. que cobra un «X» al mes en concepto de «retribución/dieta/XXX».

Cierto que a los clubes y demás entidades sin ánimo de lucro les debemos bastante en el fomento del deporte de base, desde siempre, pero no es menos cierto que hoy en día hay que tener en cuenta muchas cosas que antes ni siquiera imaginábamos.

La administración pública lo tiene claro, salvo situaciones de voluntarismo (actividades que los socios realizan dentro de los clubes, en sus actividades), todo lo que no se conciba como una actividad marginal en la que la entidad abona únicamente gastos de desplazamiento y dietas (extraordinarios y no periódicos), será susceptible de ser considerado un trabajo dependiente por cuenta ajena.

Los monitores o entrenadores deberán ser contratados y dados de alta en la Seguridad Social, cada cual en la forma que corresponda (por cuenta ajena, por cuenta propia, etc.), tanto para cumplir con la norma, como para beneficiar al trabajador y como no, algo que no se comentó ayer pero que está en la boca de todo el mundo, para fomentar el trabajo estable de tantos y tantos técnicos deportivos que se han formado para ello.

Con esto no quiero decir que sea el club el que tenga que asumir los gastos de contratación, gestoría, Seguridad Social, etc., por qué quizá sea la administración la que apoye estas contrataciones a traves de subvenciones o modificaciones de la norma, que sirvan para generar una estructura estable del deporte de base.

Señores, no hagamos brindis al sol sobre la base de normas de voluntariado que, a mi modo de ver, son un parche insuficiente y no tienen cabida en nuestro asociacionismo deportivo, inculquemos la necesidad de contratar con criterio, rigor y sobre la certeza de una norma sólida, fiable y garantista, tanto para el monitor o técnico como para el propio club.

Es hora de que la administración tome riendas en el asunto y no solo apoye desde la teoría; requerimos un esfuerzo que aliente la seguridad jurídica y no solo evite la caída en picado del deporte asociativo, sino que lo eleve a la máxima expresión.