Voy a tomarme la libertad de rescatar un viejo post que escribí hace unas semanas para los amigos de Diario Mistral, un fantástico diario digital de montaña que está arrasando en la red. Esta vez traté sobre los aludes en las estaciones de esquí…

Aludes y estaciones de esquí ¿Quién responde?

No se si me lo permitiréis, pero es que siento la enorme tentación de escribir sobre un suceso trágico que ha conmocionado el mundo del esquí en los últimos días.

Siempre hemos alejado el fenómeno “industrial” y mercantil de las estaciones de esquí del romántico mundo del montañismo. Es lógico. Las estaciones de esquí son complejos turísticos, explotaciones económicas (deficitarias) que nada tienen que ver con la libertad de los deportes que solemos practicar los amantes del alpinismo, la escalada, etc., incluso en algunas ocasiones se producen enfrentamientos por los diversos modos que, unos y otros, tenemos de estos deportes.

En una reciente conversación con el responsable del servicio jurídico de un gran conglomerado de estaciones de esquí pirenaicas, salió a la palestra la responsabilidad legal de las estaciones de esquí. Me sorprendió su capacidad autocrítica, si bien diferíamos en algunos detalles, sobre todo, en la preparación de las pistas de esquí y su excesiva publicitación como “parques de atracciones” frente al intento de “lavarse las manos” de muchas estaciones en caso de siniestro.

Señores, la asunción del riesgo en este tipo de deportes no es un bálsamo protector frente a todo tipo de siniestros. Ya hablaremos en su momento de esto. Las estaciones de esquí olvidan que al ser entidades potencialmente generadoras de riesgos, deben adoptar las medidas necesarias para evitar que éstos se produzcan.

El accidente de esquí de los niños en Formigal es buena muestra de este tipo de acontecimientos. Lógicamente desconozco los detalles del caso, y no quiero hacer juicios de valor sin conocer atestados, informes periciales, etc. pero lo que sí quiero dejar claro es que la estación de esquí debe velar, siempre y en todo caso, por la protección de los esquiadores dentro de las pistas y, aunque esto no sea compartido por algunos, en el resto de recorridos freeride o fuera pista que, no estando dentro del “coto” balizado sí forman parte de la oferta, en planos, carteles, revistas, etc.

Está claro que nadie debe responder por un suceso imprevisible o causado por fuerza mayor (los peligros objetivos de la montaña), pero no es menos cierto que las estaciones tienen un deber de mantener las zonas próximas a las pistas de esquí en unas condiciones óptimas de mantenimiento (provocando aludes o cerrando pistas) que eviten este tipo de accidentes.

La mayor parte de este tipo de siniestros, si se prueba que se deben a un incorrecto mantenimiento de la zona, acaban en fuertes indemnizaciones para las víctimas. Caso contrario es el de los esquiadores que, voluntariamente y ajenos a las alertas de la estación, provocan un alud ocasionando un accidente. Lógicamente la estación no debe responder sí o sí en todo caso, si bien habrá que determinar los motivos que dieron lugar al accidente con el fin de depurar responsabilidades. Y recordemos cómo son estos complejos turísticos y de que forma están organizados, subvencionados, apoyados ¿no cabría exigir responsabilidades también a las Administraciones Públicas? Y no me refiero sólo a evitar accidentes y a exigir un correcto uso y mantenimiento, sino también a promover una publicidad sincera y coherente con el medio en el que éstas están situadas.

Parece que la prevención va ganando terreno, la duda que nos surge es si estas previsiones van destinadas, realmente, a evitar juicios o a impedir que se produzcan accidentes.