Mientras escalábamos ayer en Asturias, ajenos a todo, recibimos la fatal noticia del accidente del helicóptero del Greim en la Polinosa. Conociendo como conocemos a muchos “Greiman” que se juegan la vida sin pensar más que en ayudar a los que lo necesitan, el corazón nos dio un vuelco, como imagino que le habrá pasado a muchos de vosotros. Por ello, no quisiéramos empezar este pequeño artículo sin antes dedicarles un homenaje y mostrar nuestro más sincero pésame a familia, amigos y toda la Guardia Civil de Montaña que con su trabajo, colaboran en nuestra seguridad en la montaña, siempre con una eterna sonrisa.

Dicho esto, esta mañana me desperté con docenas de noticias en prensa escrita, telediario y radio; casi todas ellas ofrecían una versión similar del accidente, en el que por supuesto no voy a entrar, si bien, una de esas noticias, de un medio digital de León, me sorprendió sobremanera. Me refiero a la contenida en www.sportleon.com con el siguiente titular:

“La muerte de tres guardia civiles reabre la polémica de los rescates. Pruebas deportivas límite y sin ninguna exigencia para tomar parte en ellas ponen en riesgo la vida de los participantes y los grupos de rescate.”

En cierta medida no le falta razón al título, por lo que diré a continuación, pero lo que conmovió mis razonamientos y lo que hasta ahora había oído sobre rescate, es alguno de sus párrafos interiores, como este:

“Lo que nadie dudaba ayer es que el accidente reabrirá un debate alentado desde la propia Guardia Civil en reptidas ocasiones, ya que junto a rescates por incidentes en la montaña en los que no hay ningún componente de impericia ni irresponsabilidad, tienen que efectuar, demasiado a menudo, rescates en los que se juegan abiertamente la vida para salvar a accidentados sin la preparación mínima para estar en los parajes en los que sufren los accidentes.

En repetidas ocasiones se ha amenazado con cobrar el coste de los rescates a quienes obliguen a movilizar a los grupos de rescate, en especial cuando hay que movilizar el helicóptero. Esa amenaza con cobrar los 6.000 euros que como mínimo cuesta el operativo de rescate nunca se han concretado al chocar con impedimentos legales, pero son, según los guardia civiles que se encargan de esos rescates «lo único que retraería un poco a esos excursionistas o montañeros que se creen aventureros y que no saben por dónde andan ni por donde se meten. Cuando se cobre un rescate el resto se lo pensarán porque en realidad no miden lo que hacen ni las consecuencias que puede tener su imprudencia para ellos y para otras muchas personas que nos tenemos que jugar la vida para rescatarlos», señalaba un miembro de los grupos de rescate que prefería mantener su anonimato.

No le resto razón a las afirmaciones vertidas en el primer párrafo, pues es cierto que estos profesionales se juegan la vida por mucha gente que no tiene la preparación ni la condición mínima para estar en la montaña. Tampoco es menos cierto, no olvidemos, que es parte de su trabajo, impagable por otra parte, pero un riesgo asumido por el rescatador.

Lo que me deja perplejo es el siguiente párrafo. Hasta ahora todos los comentarios que había podido escuchar del GREIM, las conversaciones que he tenido con muchos de ellos, iban justo en la dirección contraria: NO al cobro del rescate, por muchas razones que abordaré a continuación. Me sorprende por ello que el propio GREIM abogue por una tasa de rescate a modo de intimidación para evitar salidas en masa a la montaña por gente inexperta ¿cosas de la trascripción? ¿interpretación periodística? ¿son verídicas esas palabras? Me cuesta creerlo desde el punto de vista de un cuerpo, el de la Guardia Civil que JAMAS pregunta el porqué, actúan porque es su deber, su pasión y siempre con una sonrisa.

Volviendo a lo anterior y retomando los comentarios que ya realicé en su momento sobre el cobro de los rescates, ¿sería positivo cobrarlos?

Contestaré con algunas preguntas y con una breve conclusión: ¿Un accidentado que piense en la tasa no tardará más en llamar al GREIM? ¿No supondrá esto una agravación del accidente, del rescate? ¿No incrementará el riesgo para el rescatador? ¿Irá menos gente a la montaña por cobrarse el rescate? ¿El montañero español duda de su capacidad cuando va a la montaña? ¿Piensa que puede tener un accidente?

Es cierto que el precio de un rescate es impagable (ciertamente es elevado y ese coste habría que abonarlo de algún modo como hacen en países del arco alpino) pero ¿es la solución el “tasazo”? Quizá habría que pensar en atajar el problema desde el origen y que las personas que sufren accidentes por negligencia, por no estar suficientemente preparadas / informadas o en una condición física óptima para salir a la montaña, LO SEPAN.

¿Cómo se consigue esto? A base de FORMACION, INFORMACION y RESPONSABILIDAD SOCIAL que debe partir no sólo de los entes públicos, clubes, federaciones y empresas, sino también de muchas de estas asociaciones y entidades que, sobre la base de la generación y creación de eventos, ni gestionan bien los mismos desde un punto de vista jurídico ni deportivo.

Quizá sea a estas empresas y entidades a las que más haya que concienciar sobre la importancia de priorizar los tres pilares antes mencionados frente a la generación de cientos de eventos deportivos de toda índole que cada vez más saturan nuestras montañas.

Hay que partir del origen, concienciar desde la base y exigir responsabilidad social donde la hay, ahí estoy plenamente de acuerdo con el titular de la noticia.