La búsqueda de oportunidad se acentúa en determinados colectivos. Pero no existiría oportunidad si no hubiera un mercado o sistema que la alimentase, principalmente aquellos mercados merecedores de interpretaciones, novedosos, o dejados de la mano de Dios. El mundo de la montaña siempre se ha caracterizado por ser un filón.

En mi mundo, el jurídico, proliferan desde no hace mucho algunas interpretaciones intencionadas, encaminadas a una cierta mercantilización del sistema legal en la montaña. Principalmente se percibe este tipo de prácticas en los casos de responsabilidad civil, centrados, en la mayoría de las ocasiones, en la tan manida figura del guía benévolo.

Juristas de renombre como Mazzeaud (gran alpinista, por otra parte), no perdieron la oportunidad de estudiar esta figura y determinar las características que podrían convertir a nuestro amigo en nuestro responsable.

Si la idea de responsabilidad iba directamente relacionada con la de organización o con la toma de decisiones, hubo un momento en que este guía paso a ser un garante, un “cuasiresponsable de todo lo que pase” por el mero hecho de tener una titulación o ser el de mayor edad del grupo aunque no hubiera tomado ni una sola decisión en toda la actividad.

¿Realmente esto es así? ¿Es posible compartir esta idea objetiva de responsabilidad? No, señores, yo que además de jurista soy alpinista, escalador, montañero, caminante o lo que sea que seamos los que amamos acercarnos a las montañas, no podemos compartir esta idea de objetivización total de la responsabilidad. La existencia de un guía benévolo requiere de una serie de características que no tienen por qué darse en todos y cada uno de los casos en los que concurra un accidente. La figura del eterno garante me aterra.

No siempre hay que buscar un culpable, no siempre existe. Desde tiempos inmemoriales montañeros de todas las nacionalidades han contratado guías pero muchos otros han formado cordadas inseparables, grupos de amigos, parejas de confidentes que unidos a una cuerda de fibra o de cáñamo han perseguido sueños de libertad en un mundo de roca y nieve ¿por qué hay que pensar en que uno ha de responder siempre del otro? ¿Por qué siempre buscamos responsables en todas las facetas de nuestra vida?

Como siempre hemos hecho, protegeremos la vida de nuestro compañero, nos uniremos a él o a ella como con un cordón umbilical de seda, le confiaremos nuestra vida, porque en definitiva, aunque nos lleve a la montaña, aunque tiremos ese largo de primero, aunque tengamos más experiencia y titulaciones, en la mayoría de los casos formaremos parte de una comunidad del riesgo.

No olvidemos el origen de nuestro deporte, no persigamos los abogados, juristas y demás colectivos, una oportunidad en un vacío interpretativo, pensemos en el qué, en el por qué y en el cómo y a partir de ahí, con los elementos que tengamos en nuestra mano parémonos a pensar por un momento en cómo se desarrolla nuestra actividad, en cómo se ha gestado esa cordada, en cómo se ha llevado a cabo.

Añadida a la figura del guía benévolo, aunque a algunos no les guste, pensemos en defender la de la comunidad del riesgo como una idea, un principio, un concepto que garantiza los ideales de nuestros sueños en la montaña.

Desde aquí un fuerte abrazo a las familias de los montañeros zamoranos que han perdido la vida en las duras, recias y fatales, pero maravillosas, montañas de los Picos de Europa. DEP.

Alejandro López

Abogado.

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